¿Y esto pa qué es?

Bienvenidos. Este blog es sólo para PONER COMENTARIOS a las entradas de mi "auténtico" blog BIRRA CON GINEBRA, ya que allí es taaan difícil por lo maaaal que funciona bitacorae.
De todos modos, intentadlo primero allí (ya sabéis, pinchando donde las birras...), y si no puede ser, pues ya sabéis...
(Sí, esta es una nueva manifestación de egocentrismo por parte de vuestro Barón de la Birra :P XDDDDD)
(Mola esto de los colorines, oye)
ACTUALIZACIÓN: 24/12/2014: En vista de las circunstancias, recupero hoy este blog auxiliar que me hice hace casi ocho años (en aquel momento el de verdad, de Bitacoras, fallaba pero sólo al dejar comentarios, fijaos qué cosas... tal vez debí aprovechar para hacer la migración entonces). De momento parece que funciona bien. ¡Que lo disfrutéis!

domingo, 24 de diciembre de 2023

La inyección

 

 Me queda una semana.



Sí, tú estás confortablemente en tu casa, de tranqui. Quizás te has escapado de alguna reunión familiar y ahora estás leyendo este texto algún día después del veinticuatro de diciembre o quién sabe, seamos (muy) optimistas, el mismo veinticuatro por la tarde.

 

Para mí, en cambio, es sábado por la noche y estoy en la RocknRolla viendo a los Oh My Rita! varios años y una pandemia después de la última vez, mientras mi cabeza y yo navegamos en velero descosido por un mar de lóbulos a la par que discutimos acaloradamente mil y una ocurrencias para rellenar esto que tienes delante, sin llegar a ponernos de acuerdo sobre en qué dirección empujar los remos que ni siquiera sabemos si tenemos.

Y es irónico porque al mismo tiempo que pienso en ello, ya sé cómo va a comenzar esto, sé incluso cómo lo voy a terminar y lo que es más importante, sé que lo VOY a terminar. Todo ello será tan gratificante como siempre ha sido y, por un microsegundo, casi puedo reproducir lo que sentiré cuando ya esté terminado y publicado.

 

Lo que no sé, porque de verdad que no tengo la más remota idea, es cómo voy a recorrer la enorme distancia entre este momento y , que estás ahí en tu propio momento… Porque esa es la cruda realidad. Los fragmentos, los conceptos y hasta los títulos me van y vienen como sueños que no puedo atrapar pero el remate del asunto es que me queda una semana (¿lo he dicho ya?) y a día de hoy tengo que admitir con toda franqueza… que no tengo tema.

 

En fin, bienvenido todo el mundo -o lo que quede de él- a la XV Extravagante Felicitación Navideña del ColegadelaVega ©2007, empieza así y ahora esta función que a veces quieres escribir ya aunque no tengas papel y a veces hasta puedes, aunque no sepas de qué.

 



 

Hay veces en la vida que haces algo, o aceptas algo que algún otro hace, porque no te queda más remedio. Otras veces estás convencido de que es lo correcto, al menos en tu contexto, circunstancias y sabiendo lo que sabes. Y en ocasiones podrá parecerte bien o mal, pero lo que te tirará para atrás será lo mucho que te cuesta materializarlo.

Valorar el esfuerzo ajeno mientras estás sentado es fácil y muy natural. Valorar el esfuerzo propio en proporción con lo que consigas puede suponer a su vez un esfuerzo en sí, o directamente una patada en el culo. Entiendo que no es difícil de entender.

 

Y en esas estoy ahora mismo, tratando de construir algo, de recorrer un camino, porque sé que me gusta el destino al que llego y además lo conozco bien, así que me hago a la idea de que el camino existe mientras voy dando cada paso… Quizás es una de esas situaciones en que debes pedir ayuda a una persona perezosa, porque estadísticamente es quien te ayudará a encontrar la manera más directa y menos trabajosa de hacer las cosas. Lo cual me viene bien porque yo mismo constituyo un buen exponente de persona perezosa.

 

En serio, ¿has probado alguna vez a escribir una Felicitación Navideña del ColegadelaVega™ (©2007 y todo eso, ya sabéis)? Acabas escribiendo por gusto, pero conseguir que se parezca a algo que quieres conseguir es un verdadero reto al que enfrentarse. Si te animas, otro año nos puedes contar, qué te digo yo, la historia de una persona que se llamaba Personi… Con semejante premisa, mi sobrina Miriam te montaría una teleserie de seis temporadas.

 

Si te animas, insisto, no te descuides y no subestimes el desafío porque es de las cosas que tardas mucho más tiempo en pensar y planear que en llevar a cabo. Exactamente al revés que una tarea de entrenamiento para un cadete de Cuarta Andaluza. Y a la vez, también es altamente probable que tenga mucha menos repercusión práctica que esa tarea de entrenamiento para un cadete de Cuarta Andaluza que ya habríamos terminado de ejecutar en el tiempo que llevas leyendo. Y hablaríamos de la toda la sesión de entrenamiento entera en comparación con lo que llevo yo escribiendo.

 



 

Pero aquí sigo, hablando con mi mente mientras mareo la perdiz. Y es distinto. Y es un buen ejercicio para alguien acostumbrado a hablar solo desde que aprendiera a articular palabra. Las canciones me van dando punzadas acá y allá… Y a propósito de lo mismo, ¿qué decía el Manual para estos casos? ¿Es la música la que tenía que inspirar al texto? ¿Era exactamente al revés? ¿O… es todo junto al mismo tiempo?

 

En todo caso, quedamos en que la música es muy importante para mí, eh. Cuidao. Sí, ¿verdad? De hecho ahora mismo, mientras pienso un poco (o mucho) en todo esto, estoy en un concierto. El elevado volumen me impide hablar, y esto es más relevante de lo que podría parecer en una persona como yo porque, aunque no he ido acompañado, hablo solo desde que me alcanza la memoria.

Y como ahora no puedo, pues ya no dirijo verbalmente mis pensamientos sino que quedan a merced de lo que escucho y de cualquier otro estímulo aleatorio o neurona con ganas de juerga. Lo cual es todo ello tremendamente útil si lo que quiero es conocerme cada vez un poquito mejor… ¿y tú? ¿Quieres conocerte mejor? ¿O quizá estás aquí porque es a mí a quien quieres conocer mejor?

 

Pues tampoco me parece mal, veamos… Si quieres saber de mí, como ya he dicho, creo que hablo solo desde que aprendí a articular palabra. Y sigo.

Seguramente habrá alguna razón o razones psico-socio-afectivas (…que desconozco) y no puedo decir que sea algo que me guste, ni todo lo contrario. Simplemente me sale de forma espontánea.

 



 

Lo que sí que me gusta, y mucho, es hablar con otras personas cuando son personas con las que me gusta hablar. Y quizás gracias a lo mucho que he hablado solo, tengo la sensación de que a día de hoy, entre unas cosas y otras hablo más que la inmensa mayoría de la gente. Mi trabajo es hablar, mi actividad a tiempo parcial no-profesional pasa por hablar… Y a pesar de todo sigo siendo capaz de escribir mucho más de lo que hablo.

 

Que te guste hablar está bien en una época en que hay más comunicación que nunca y por más vías que haya conocido nunca nuestra especie. Mil y una formas de opinar más de lo que nunca se había opinado (ni falta que hacía, a veces), para que los que siempre tuvieron el altavoz por el mango, los que nunca habían escuchado y que por primera vez reciben respuesta, puedan clamar dolientes y afectados que “hoy ya no se puede hablar de nada”.

 

…Pero yo tampoco puedo hablar porque yo mismo vivo conectado a internet varias horas al día y tengo tres teléfonos, contando el fijo, y el colmo es que con lo mucho que me gusta hablar, en realidad O-D-I-O hablar por teléfono. Por eso procuro evitarlo… Y al final, total, sólo hablo por teléfono el triple que el individuo promedio que pueda leer esto, por la sencilla razón de que odio la mensajería instantánea aún más de lo que odio hablar por teléfono.

 

Mi tendencia a eludir la mensajería instantánea me otorga una existencia más cómoda cuanto más consiga cumplir mi elusivo propósito a la vez que poco a poco me va volviendo socialmente anacrónico.

Con frecuencia, si quiero comunicarme con alguien, o viceversa, tenemos que llamarnos. Lo cual supone una auténtica prueba de fuego de nuestro tiempo cuando tanto llega a depender de eso, por la gente, por mí o por lo que sea. A mí mismo puede costarme -y me consta- un esfuerzo importante llamar. Al individuo promedio, a mi coetáneo, de mi generación… como ya he dicho, le cuesta el triple. No hace tanto, si alguien no te respondía y más aún, tampoco te devolvía la llamada, tenías que pensar que no quería nada contigo. Ahora todo invita a pensar que somos menos capaces, que tenemos todos más miedo de hablarnos.

 



 

Y es que, a diferencia de la vida, soy una persona llena de contrastes, sí. Eso soy… ¿Seguro? A veces no lo tengo claro y seguramente no tendrá nada que ver el hecho de que soy bastante indeciso… Creo.

No le doy tampoco demasiadas vueltas a las cosas. A no ser que no tenga con quién hablarlas y entonces las hablaré conmigo mismo hasta lo obsesivo, como ya he explicado.

 

Soy persona por fuera y roedores por dentro.

Soy el que sigue convencido de tener un tatuaje de espiral en la muñeca, a pesar de que ya hace tiempo jubilé el pijama que me provocaba ese efecto óptico.

Este año me he comprado unos pantalones de treinta euros para una ocasión especial.

Nunca en mi vida me habían quedado tan bien unos pantalones.

Y casi no los uso porque me costaron treinta euros.

 

Tengo una genética interesante, que representa una proporción desconocida pero interesante de mis problemas.

Quiero ser tremendo y llamar la atención sin tener que decir nada en realidad ni quizás, tampoco, nada que decir en realidad.

No me criaron para esto. No me criaron para nada. Y sin embargo lo estoy haciendo.

Quería escribir algo edificante y motivante y me está saliendo un Cuarteto de Nos.

Y a estas alturas todavía estoy dudando entre cuatro o cinco nombres para esta Felicitación.

 

Escribir es mi vida pero escribo una vez al año. Y aun así siempre me falta tiempo.

Sigo sin saber si es mejor ser bueno en palabrería, o palabro en buenería.

Soy testarudo, pero me hago cargo de mi testarudez porque soy abierto de mente.

Y soy abierto de mente pero me escandaliza el statu quo. Me subleva.

 



 

Quiero a gente cuyas ideas y expresiones detesto.

Soy una persona encantadora, pero me cago en todos los hijos de puta a los que no puedo ver… Tengo un Experto en Comunicación Política y a veces ya no me apetece otra cosa que eso.

Y probablemente sea lo normal, cuando tu equipo gana el Mundial y veinte millones de hijos de puta brotan de debajo de las losas y se te meten en tu casa.

Cada vez que veo a un adulto hecho y derecho detrás de un "España se rompe", me acuerdo de cualquier adulto hecho y derecho detrás de un "Espanya ens roba". Pero sí, en mi adolescencia o juventud yo mismo pude ser cualquiera de ellos.

Fíjate.

Apenas me conoces pero, con todo, tenías razón acerca de mí.

 

Soy cosmopolita pero llevo casi toda mi vida viviendo en la misma casa y a día de hoy, he pisado exactamente los mismos cinco países que mi madre.

Me gusta el lugar en el que estoy, pero me quiero ir. Y sea cual sea el sentido en el que lo entiendas, tendrás igualmente razón.

Llevo tres años escuchando “no deis las cosas por sentadas” y ahora, ya rehabilitado oficialmente, sigo dudando cuando vivo una sensación más o menos legítima de que me están meando en la cara. Si será eso, será mi imaginación o lo que seguramente sea: una mezcla de ambas.

Me pregunto yo mismo cuáles eran mis expectativas.

 

Me pregunto también por qué de pronto parece que estoy en una entrevista de trabajo y me han preguntado cuáles creo que son mis tres principales defectos… Demonios, espero que no me pidan también mis tres principales virtudes.

Pero sobre todo, espero que bajo ningún concepto quieran que explique la diferencia entre mis defectos y mis virtudes.

 



 

Considero que siempre he sido una persona conformista pero ahora, por primera vez en mi vida, me siento exigente. Me exijo serlo.

Tengo, no sé si a ti te pasará, alguna persona con la que quiero intentar algo y no es lo que estás pensando. En el fondo sigo con la idea de que, si no lo intento con esa persona, habré fracasado conmigo haga lo que haga.

No, no lo pienso. Porque no es lógico. Pero a veces, sí lo pienso.

Después de cinco minutos, aprehendo aquello que de irremediable hay en esa idea que va y viene de vez en cuando, dejo de culparme por ella ni por su contenido y sigo mi camino. Porque la mitad más uno de mi tarea sigue siendo mi propia persona. Como para con cualquiera. Y ya sabes, “el que conquista a otros, es fuerte. Pero el que se conquista a sí mismo es poderoso."

 

Si me tienes de profesor sabrás que conmigo al principio quizás, vas a sufrir, vas a tener que esforzarte y apretar pero al final vas a APRENDER. Aprender ESPAÑOL. O lo que sea.

Y desde siempre es más fácil, al menos para mí, actuar acorde a las expectativas de otros que fijar las mías propias. Las expectativas son al cabo una idea, un producto de nuestra mente, igual que un sueño. Y hasta ahora, quizás nunca había echado el ancla en ninguna.

Quizás me daba miedo de convertirme en alguien eternamente insatisfecho. Hasta que acabé cogiéndole miedo a la libertad. Ahora he debido de dar un salto porque el miedo que eventualmente siento es miedo a la decepción.

 

Me explico.

Las decepciones van con las expectativas. Te habías hecho una idea, nunca llega a realizarse... No pasa nada. O no pasa "nada", digamos. Pero te acostumbras. Y es un problema, y se enquista.

En el peor de los casos, entierras todas tus expectativas hasta que quedan todas en el terreno del surrealismo. Que por si no lo sabes, es el compuesto de “súper-realismo”. Y ahí todo vale… Por mi experiencia personal, no lo recomiendo.

 



 

Un problema nuevo, o que es nuevo para mí, viene cuando SÍ se materializa esa expectativa, y compruebas la distancia insalvable que hay con la -probablemente inverosímil- idea que te habías hecho.

Y sabes qué, prefiero un millón de veces esta nueva disyuntiva. Prefiero un millón de veces el miedo a la decepción que el miedo a tomar decisiones.

 

 

Lo que me toca ahora, entonces, es explorar el apasionante mundo de la duda.

Esa duda, cuando no sabes si afrontar una situación es hacer una cosa o exactamente la contraria. O las millones de opciones que hay entre ellas.

Esa duda, como si me da por pensar que en realidad no he llegado a pagar el precio de las cosas. Y estoy dispuesto.

 

Esto significa mucho en un otoño como este, en el que me he llevado unos cuantos palos consecutivos. Me doy cuenta de que llevaba tres años preparándome para ser capaz de seguir mi camino en una tesitura semejante.

Me lo digo, me lo recuerdo, me acuerdo de las personas que he sido, y me siento honestamente preparado. Al final, hope is something you do. Cada error y cada intersección, no es un paso atrás. Es un paso más... It's a beautiful war.

 

Es complicado. Pero es la vida, no yo. Que por otra parte es lo único que puedo ser.

 



 

Es la vida y tú también tienes una. Así que dime: ¿cómo haces tú para tomar decisiones? Que yo ya he hablado bastante, y bastante tengo con saber cómo terminar este texto.

A ello, y a tener todas las revelaciones necesarias, me ha ayudado todo lo que he hecho en esta última semana de nueve días. Con su música, sus sueños y sus silencios.

 

Me gusta ir a conciertos y en general me encanta escuchar música, especialmente cuando no conozco las letras y no puedo cantarlas. Porque la circunstancia me impide hablar solo. Me obliga a callarme.

Cuando hablas solo, dices lo que te quieres oír diciendo. Puede ser importante, incluso necesario. Pero también te impide oír tus pensamientos más profundos que navegan libres, y que a veces sólo en sueños pueden manifestarse.

Y me encanta escribir porque es la interacción esforzada y trabajada entre esos pensamientos y el lenguaje.

 

Con esos sueños, esa interacción, esa emoción que la música llega a transmitirte, viene la oportunidad de ser espectador de ti mismo. Descubres pensamientos, positivos, negativos, que tendrías en caliente y quién sabe si también en frío. Piénsalos, sopésalos, pondéralos… Son parte de quien eres. Pero recuerda que negativo está sólo a una letra de distancia de ser el anagrama de vengativo.

 

Descubres también que hay sueños intermitentes que tratas de recordar pero te son esquivos, y tan cierto es que no los puedes olvidar como que hay otros sueños que no te pueden olvidar. Van yendo y viniendo, caprichosos, como las partes y razones de lo que quieres (quiero) escribir.

 



 

Te dejas inspirar por un concierto. Estás callado.

Otros pensamientos.

Otras emociones. Ganan el partido, y tú con ellas.

 

La semana avanza.

Das las últimas clases a los alumnos y alumnas más empanadas que te han caído en estos nueve años y medio.

Te diviertes en los últimos entrenamientos del año. Te acuerdas de alguien. Compras algún regalo.

Sales a correr dos semanas después y constatas que vuelves a ser capaz de aguantar media hora y más.

 

De pronto te acuerdas de por qué haces las cosas.

Vas a la estación a recibir a tus sobrinas. Es una inyección de endorfinas cada vez.

Mañana vas a celebrar el cumpleaños de Miriam con ellas aquí, en casa. Sara es gimnasta y se ha transformado en Jean-Claude Van Damme.

En la misma noche cuentas algo íntimo y personal que llevabas, creo yo, medio año sin contar, a personas a quienes te apetecía contarlo.

Te das cuenta, por fin, del tema.

 

El tema era que no necesitabas ningún "tema".

Coño.

Necesitabas una puñetera Extravagante Felicitación Navideña del ColegadelaVega, Marca Registrada, Copirais y etcétera, etcétera.

Una más, quiero decir. Con todos sus burrocópteros.

Eres consciente de que, de tus últimos quince y pico años, los dos peores fueron aquellos que no empezaron con una Felicitación Navideña.

 



 

Ves que es un poco como esos sueños, que no puedes olvidar, que tratas de recordar… Sueños llenos de paradojas, contradicciones, oximorones y demás imposibilidades materiales tan obscenas como el plural de la palabra que acabo de escribir.

Sueños con sus emociones asociadas -y al final siempre es la emoción la que escribe- que van y vienen según el día mientras tú tratas de atraparlos y dirigirlos.

Y una Felicitación que, aun con todo, ha sido más fácil que convencer a mis sobrinas de que se animen a ver el Episodio VII y el resto de la última Trilogía. Y estoy convencido de que eso también lo voy a lograr esta misma Navidad.

 

 

Escribir cada año es como regalarme mi propio concierto de año nuevo, como la inyección del tono moral que quiero tener. 

Y a veces, el tono se esconde en un concierto. 

Le pega, supongo.

 

Así, con esta parte de mí que te doy cada año y que me doy a mí mismo, espero que esta Navidad sea tan feliz y divertida para ti como ya lo está siendo para mí.

Happy Parties, Feliz Dicotomía entre Religión y Racionalidad y como dice mi banco, Feliz dos mil ochenta y cinco. Si es que hacemos algo para merecerlo.

 

Estaré dando una vuelta, pensando que a veces las deudas de dinero son las más fáciles de pagar... Lo cual me recuerda lo mucho que tengo que celebrar por las cosas que no he hecho, a pesar de haber hecho otras muchas que también celebro, también.

 

 

Gracias a quienes creyeron, y me lo dijeron, que podría llegar a hacer al menos todo lo que ya estoy haciendo.

 

 



 

 

 

 

En el mar de la vida, el velero que no sabía olvidar… como esos sueños que no puedes olvidar, como los sueños que no te pueden olvidar… como la disyuntiva de llamar por teléfono, como los ostiones de ironía en to’ la entrepierna… o saber lo que quieres de verdad

Bufff, me estoy haciendo viejo para esto.

 

Esta debe ser la primera vez que compongo la sección de Bonus a base de títulos descartados que han ido, ¿lo he dicho ya?, yendo y viniendo como electrones… inyectados.

 

Y hago esto porque tal vez, este año, tiene menos sentido que los otros hacer la tradicional manifestación de la propia soltería. Aunque por supuesto que la propuesta, la mantengo.

 

 

A ninguna pido que sea mi Navidad, ni siquiera esta Navidad. No pido nada para toda la vida, ni la tuya ni la mía.

 

Pero no me quedaré con las ganas de decir que espero que te vaya bien, que seas muy feliz y que tengas un buen año.

Que sé que no fue gran cosa pero para mí, al menos, fue importante. Y bien lo sabe quien me conoce.

 

Y claro que preferiría decírtelo en persona pero ahora mismo no tengo otra forma o no soy capaz… Intenté llamarte por teléfono, y ahora ya no me atrevo.